Mateo Botero Pérez - Colombia
Mateo Botero Pérez – Colombia
Hemos hablado de problemas del mundo durante todo el día, y de problemas se habla durante toda la historia de la humanidad. Tratamos de encontrar soluciones, y estoy seguro que esas soluciones ya existen, pero ¿realmente creemos en ellas y en nosotros mismo, o simplemente depositamos toda nuestra creencia en el sistema actual o en el dinero o en cualquier otra cosa externa para excusarnos, y finalmente, no alcanzar esos proyectos? Vemos guerras, pobreza, hambre, gente que muere de frío, enfermedades, falta de educación, y todo el tiempo estamos mirando cómo solucionarlas. La verdad es que pienso que es tan fácil hacerlo, pero hay algo que queda faltando: la interiorización de estos deseos, aunque se que muchos son sinceros, en muchos otros casos son simples deseos hipócritas; deseos y proyecto que nos enaltecen como personas, que nos enaltecen de manera individual y permiten decir ‘¡Guau, que persona tan buena, que persona tan creativa!’.
Cuántas veces nos hemos atrevido a entrar a esos lugares donde, realmente, la gente está sufriendo. Sé que muchos de los que estamos acá sentados provenimos de países donde suceden cosas realmente fuertes a diario –y no estoy diciendo que los otros no son países también complejos. Pero esto nos permite ser un poco más sensibles ante los actuales retos que tenemos como humanidad. Eventualmente esos problemas de los que tanto hablamos, también, han sido creados por nosotros, porque deseamos crearlos, o tal vez por unos cuantos, los cuales han decidido por todos nosotros.
Creo que nos mantenemos en un insomnio, en un sueño, como en un trance por la media, el cine, la historia, el estilo de educación que nos brindan, y a veces, realmente no tenemos los ojos abiertos, o simplemente repetimos lo que repiten, no tenemos un criterio propio que vaya más allá, porque nos sentimos cobardes; tenemos miedo que esas grandes masas vayan en contra de nuestra posición, y esa posición, individual, pueda que sea cierta o parte de la solución.
No voy a hablar de cambiar sistemas, me refiero a mejorar sistemas, a mejorar como personas, a mejorar como humanidad. Ya hemos construido mucho y creo que para el ego del hombre ha sido fantástico ver tantas cosas que hemos alcanzado. Pero si levantamos un poco eso, vamos a encontrar de bajo de la alfombra una gran cantidad de polvo que hemos venido escondido, y que es momento de pensar y hacer un cambio como humanidad. El sector privado, probablemente, tenga mucho más poder que varios Estados, presidentes, y entre ellos no dudo que hayan empresas que dupliquen en poder y capacidad a la economía, como el de mi país natal, Colombia. Aun así, si el sector privado comenzara a concientizarse un poco más sobre la importancia, la responsabilidad que tenemos con los otros, no dudaría en que avanzaríamos realmente como individuos, tanto entre nosotros, como en nuestra relación con la naturaleza.
Mi propuesta es algo muy sencillo, y la verdad que no tiene casi nada de creativo. De hecho, es una repetición de lo que muchos han dicho aquí durante el día de hoy, y lo cual me siento orgulloso de repetir de nuevo. Sería una agencia internacional para negocios sostenibles, que básicamente pueda consistir en un fondo mundial, en el que cualquier persona de la calle pueda pensar en ella cuando quiera crear un proyecto. En mi ciudad, Medellín, hay dos proyectos muy interesantes, en los cuales me sentí inspirado. Uno se llama Cerezos, y el otro se llama Capitán Semilla. Lo que hacen es, a las personas con menos recursos, con menos acceso a la educación, tecnologías, a la globalización misma, asisten a estos espacios y piden asesoría para poder tener ese apoyo y crear su empresa. Si las personas que tienen una idea de negocios, son apoyadas y asesoradas –no necesariamente con plata; no siempre la respuesta es plata aunque eso es lo que nos han querido meter durante toda la vida– si los apoyamos estoy seguro que países en vía de desarrollo van a lograr sacar su potencial real. En un país como Colombia, el segundo país con la mayor biodiversidad del mundo, con acceso a los dos océanos –Atlántico y Pacífico–, con amazonas, con nieve, con desiertos, con todo lo que ustedes se puedan imaginar, las mejores esmeraldas, el mejor café, etc., habría que preguntarse a quién se está beneficiando y favoreciendo, ¿a los colombianos? No, nosotros nos quedamos con la basura. Así que es momento de empoderarnos de nuestra capacidad, de lo que podemos hacer como individuos y ser realmente sensibles y dejar la hipocresía de lado.
Gracias.
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