Prostitución y trata de personas

Florencia Pedregosa
Vínculos en Red, Villa María, Argentina

Young People Against Prostitution and Human Trafficking:
The Greatest Violence Against Human Beings

Casina Pio IV
Vatican City, 15-16 November 2014

 

En primer lugar quiero agradecer a Su Santidad Papa Francisco por el ejemplo y el compromiso firme que posee en la lucha contra la Trata de personas, y los problemas sociales que trae aparejado dicho flagelo a nivel internacional.
Y en especial a Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo por permitir la incursión de los jóvenes a trabajar en este espacio para unir esfuerzos y acciones en la erradicación de esta problemática que golpea al mundo, y en especial a los más vulnerables, sus jóvenes.

Voy hablar sobre Prostitución y Trata de personas. Sobre la línea que divide ambas, si es que ésta línea puede ser marcada.

Por prostitución entendemos la oferta y concesión de sexo a cambio de dinero u otro tipo de remuneración. En mi país, Argentina, la Ley 12.331 (conocida como Ley de Profilaxis de Enfermedades Venéreas) no prohíbe la prostitución aunque sí la explotación sexual y la existencia de prostíbulos. No obstante, muchos prostituidores, habitualmente mencionados como “clientes”, justifican la compra de sexo como el pago por un “trabajo”.

La prostitución es sexo pago. Y el trabajo se entiende como la ejecución de tareas, que implican un esfuerzo físico o mental, y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas. El trabajo es por tanto la actividad a través de la cual los seres humanos obtenemos medios de subsistencia y a la vez fortalecemos nuestra identidad como sujeto y nuestras redes sociales a través de nuestra existencia. De ahí que la prostituta, la transexual o el taxi boy no están nunca en una situación de trabajo por la propia marginalidad social y el estigma que el término connota.

La posibilidad de que exista la prostitución sugiere y asienta prácticas violentas de mercantilización del cuerpo humano a la vez que fortalece las pautas culturales a partir de las cuales se erigen otro tipo de discriminación: como por ejemplo la idea de que el cuerpo de la mujer es un objeto de consumo o de que la única actividad social que puede ejercer una transexual o un gay es la prostitución.

Necesitamos entender la realidad de la prostitución forzada tanto por terceras personas como por factores sociales de pobreza, racismo, edad y género. No hay dignidad en la prostitución. No es un trabajo.

Es inaceptable la concepción de elegir libremente ser prostituta, es decir, me parece difícil entender por qué entre las opciones de vida de una mujer debería de encontrarse ésta. Así, si elegir significa escoger una opción, ¿por qué entre estas opciones yo debo tener la prostitución como elección? No debería existir, y esto es una cuestión socio-cultural. Al varón común no se le ocurre pensar que esto puede construir un acto de violencia o un abuso sexual. El sexo pago está totalmente naturalizado, se lo toma como algo que está ahí, como una roca, como una planta, como un objeto más de la fachada de cada ciudad del mundo. Es la manifestación extrema de un sistema social y cultural de dominación masculina. En América del Sur tenemos las famosas rutas del petróleo y la minería, lugares en los cuales se concentra mayor mano de obra masculina, y por lo tanto, mayor cantidad de mujeres explotadas sexualmente. Es decir, que dónde sea que este se encuentre siempre habrá un grupo de mujeres destinadas a su “satisfacción”. Siempre y cuando les dé el dinero, pueden hacer uso y abuso de ellas sin límite alguno.

Para explicar esto, y similarlo mas, imaginemos por un momento que el color blanco es la prostitución “libremente elegida” y el color negro es la trata de personas para explotación sexual, y en el medio hay infinidad de grises.
En el blanco impoluto ubicaríamos aquellos casos que los medios masivos de comunicación se empeñan en mostrar: la chica universitaria o modelo que cuenta sus vivencias como prostituta en un blog, famosa en redes sociales y hasta participa eventualmente en algún programa de tv, se maneja en ambientes “VIP”. Dice que “eligió” esta actividad porque le permite hacer mucho dinero en pocas horas de trabajo, dice que le gusta y le asegura un buen pasar económico, y que sus clientes son de un target muy selecto.
En los primeros grises encontraríamos aquellas mujeres, madres de familias, que “elige” prostituirse empujada por la necesidad económica, ya que no puede mantener dignamente a sus hijos. Manifiesta que su trabajo “no le desagrada”, que es su sostén familiar, que obviamente no tiene otras opciones. En este caso el prostituidor llega a poder considerarse cómo un benefactor, alguien que está contribuyendo para que esas mujeres sigan viviendo y alimentando a sus niños.

En los grises medios podemos citar a tantísimas mujeres que son inducidas por sus compañeros a entrar en este universo de degradación. Por sus maridos que le ejercen presión y cumple la función de fiolo/proxeneta. Ellas no tienen más opción que pararse en la esquina mientras son ¿vigiladas?, ¿protegidas?… por ellos. Las esquinas tienen dueño. Las mujeres denigradas en ese espacio son lo único visible y criminalizado de esta atrocidad.

Más matices de gris: las niñas o chicas menores de edad que son llevadas por su propia madre o padre -por alguien de su círculo de confianza- a un entregador o a la casa de algún “tío” que le dará un trabajo y le permitirá también así mandar dinero y ayudar a su familia. Creo que no hace falta explicar qué “trabajo” le tocará hacer.

También las jóvenes que fueron reclutadas por alguien que probablemente se “les hizo el novio” y les prometió un trabajo de modelo o de moza en un bar. Las que están encerradas en el puterío, que no pueden dejar la actividad porque se sienten amenazada. Y Seguramente hay más grises si los queremos pensar…

En el color negro ubicaríamos a la nena/mujer que ha sido secuestrada, drogada, golpeada infinidad de veces, amenazada con la vida de sus hijos o la integridad de otros miembros de su familia y fue reducida a la esclavitud. Sin peros, sin nada.

En todos los casos, vip o no vip, se violan los derechos y la integridad de cada mujer. En algunos son forzadas por terceros y en otros por factores sociales, pero en todos son tratadas de la misma forma y estigmatizadas. Los clientes no pagan por “hacer el amor”, pagan por poder. Por ser ellos los que eligen y dominan.

Por tal cuestión creo que es necesario educar -principalmente a los jóvenes- para construir la sexualidad y las relaciones sociales a través de la igualdad y el respeto mutuo. Entendiendo que la sexualidad no engloba solo el acto sexual en sí mismo, sino muchísimos más aspectos que deben ser despojados del temor, de mandatos impuestos y de estereotipos. Ya que, el pago por sexo se conecta con una sexualidad sumamente pobre y esquemática.

En segundo lugar, sostengo que los Estados deben hacerse cargo de la asistencia a las víctimas, ya que éste por acción u omisión es responsable de que en su territorio haya esclavos. Deberían implementar verdaderos y eficaces programas de reinserción social y laboral, que reparen derechos y empoderen. Como así también implementar y regular leyes que ayuden a erradicar este delito, y asignen presupuesto para la prevención, la investigación, la asistencia, y los distintos procesos necesarios para desmantelar redes de mafias y traficantes. También tomar como ejemplo a seguir las decisiones de algunos Estados de decomisar los bienes de tratantes; y las polémicas leyes de penalizar al cliente, que ya ha dado fruto positivo en Suecia.

Por último, creo que es esencial incidir en el Poder Judicial, exigiendo que se adapten y actualicen los procesos judiciales a los métodos operandi que utilizan las redes de tratantes hoy en día, y a las distintas formas de esclavitud moderna. Que jueces y fiscales se sensibilicen con este tema para poder ver a las personas explotadas como VICTIMAS. Ya que es en esta instancia donde por lo general se traba el proceso luego de que la víctima tomó la difícil tarea de denunciar lo ocurrido.

RECOMENDACIONES

1. Promover la educación sexual integral en todos los países. Para lograr que las personas puedan construir su sexualidad con base en la igualdad, el respeto mutuo y la libertad. Entendiendo básicamente que la prostitución no es un trabajo, y no puede llegar a serlo nunca. Ya que las personas que la padecen son forzadas por un explotador o situaciones sociales de inequidad, y su integridad como sujetos de derechos se ve totalmente denigrada y desprotegida.

2. Llevar adelante incidencia política en cada país para promulgar y reglamentar leyes eficaces para prevenir y erradicar la Trata y el Tráfico de personas.

3. Proponer para todos los países espacios académicos-universitarios donde se pueda sensibilizar a los miembros del sistema judicial sobre la problemática de la Trata de personas y, en especial, en las consecuencias que este delito acarrea en sus víctimas. Entendiendo que el papel que le toca a los jueces es crucial en la dirección que se le puede dar a cada caso en particular.

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