El sistema proxeneta y las espirales de violencia y subordinación femenina en contextos de prostitución
Ixchel Yglesias González Báez
Centro Integral Tejiendo Saberes, A.C. (CENIT), Mexico
Young People Against Prostitution and Human Trafficking:
The Greatest Violence Against Human Beings
Casina Pio IV
Vatican City, 15-16 November 2014
Como primer punto, expongo de forma breve el fenómeno que sucede en Tlaxcala, México. En la zona sur del estado encontramos comunidades que “producen” padrotes para reclutar,someter, trasladar y explotar mujeres. Oscar Montiel (2009, 2013) define al proceso de por los siguientes puntos:
- Se enseña a varones tlaxcaltecas un sentido práctico de la explotación sexual para reclutar, trasladar y explotar a mujeres.
- Ellos van a lugares públicos para enganchar, seducir y engañar a mujeres. Esos espacios son centrales camioneras, parques públicos, bailes populares o ferias de pueblos. Generalmente reclutan en otros estados, tradicionalmente han reclutado mujeres en el Distrito Federal, Puebla y Veracruz pero ahora han extendido su campo de acción a todo el territorio nacional e incluso han llegado a Guatemala; o reclutan mujeres guatemaltecas y hondureñas en la frontera sur del país.
- Después las trasladan para alejarlas de sus grupos de apoyo y lugares conocidos. Primero establecen una relación conyugal con ellas y las llevan a vivir a Tlaxcala, ahí las hacen depender de ellos económica y afectivamente. Después las vuelven a trasladar a otro espacio, puede ser el Distrito Federal, ciudades fronterizas del norte del país e incluso a ciudades de USA. Ahí por medio de engaños vinculados a carencias económicas las convencen de ser explotadas sexualmente con el argumento de ayudarlos y construir un futuro promisorio para los dos. Mercantilizan a la mujer y comienza la explotación sexual.
- La explotación sexual. Una vez que someten a las mujeres las explotan en diversos lugares de prostitución. El Distrito Federal ha sido el lugar donde más mujeres explotan, así como Puebla, San Luis Potosí y ciudades fronterizas como Tijuana, Reynosa, Ciudad Juárez, entre otras, actualmente sus mayores ganancias las obtienen en ciudades de USA.
El caso es importante porque a través de él podemos comprender las lógicas de poder del sistema proxeneta, es un paradigma empiríco que devela estructuras de poder y la forma en cómo son somatizadas por las mujeres.
La dialéctica del proxeneta- mujer prostituida está basada en la anulación de la autonomía de ellas. Los proxenetas tienen todo un plan antes de reclutar y van adaptando sus estrategias de reclutamiento, sometimiento y dominio a partir de la información que obtiene de las mujeres. Construyen un futuro que está sustentado en las aspiraciones sociales, culturales y familiares de la mujer, que es la base de sus poderes de dominio para explotarla. La dialéctica del proxeneta/mujer prostituida, es el elemento central de la estructura básica de la explotación sexual de mujeres: “Es un acto primario de poder que ejerce el proxeneta para anular la autonomía de las mujeres y someterlas a la explotación sexual con base en poderes de dominio, físico o psicológico; con la amenaza de muerte, real o simbólica, o con la falsa promesa de un futuro mejor. Está sustentada en conocimientos y alianzas pactadas por ellos en colectivo en un proceso dinámico y adaptativo” (Montiel, 2013)
Y los proxenetas desarrollan un sentido práctico de la explotación que cumple con lo siguiente, para construirse como hombres que explotan sexualmente a mujeres:
- Saber moverse. La forma en cómo interpretan sus actividades delictivas para reclutar, trasladar y explotar.
- Ser bien Verbo. Es la forma especializada de la palabra que usan para engañar, enamorar, “terapear” y explotar a mujeres.
- Auto-coacción emocional. Que ellos definen como matar el sentimiento, que es la consciencia de sus emociones y movimientos corporales para controlarlas y de esa forma conquistar, engañar y explotar mujeres.
- Lectura corporal y emocional. Es la forma especializada de identificar las vulnerabilidades de las mujeres que reclutan y explotan, a partir de la lectura de sus movimientos corporales, emocionales y afectivos.
El oficio llega a las comunidades en la década de 1950. Se instalan lógicas de explotación sexual que se adaptaron a las normas sociales de la comunidad y se establecieron pactos sobre las mujeres –prostituidas y esposas- para poder ejercer su oficio y al mismo tiempo reproducirse culturalmente y como grupo social. Ese es el lado oscuro del México Profundo: la combinación de lógicas de reproducción social “mesoamericana” y la estructura básica de la explotación sexual que se mezclan en un proceso de proxenetización que implica la transformación de una región. Se pasa de una sociedad campesina a campesina-obrera y con la llegada de lógicas de explotación sexual a una sociedad “productora de padrotes”. Las prácticas de explotación sexual se adaptan a los sistemas de reciprocidad, parentesco y compadrazgo y eso posibilita la reproducción social de los proxenetas rurales y cataliza la producción de nuevos padrotes.
La comunidad en dónde llegó y se cimentó el oficio de padrote es la Meca (nombre ficticio, por razones de seguridad). Es importante destacar que, en la investigación de Oscar Montiel (2013) dice cómo fue la llegada del oficio a la región y qué papel jugó la historia del padre Heredia, también destaca el alto porcentaje de la migración laboral masculina a la ciudad de México por parte de los jóvenes de la “Meca”. Y se suma a este proceso la división interna de la comunidad por motivos religiosos que no existía en otras comunidades de la región. La lucha por el control político implicó que los carismáticos (protestantes) tuvieran el control por mucho tiempo, ya que el país se vivía la guerra cristera, esto implico la marginación social y cultural de “La Meca” por parte de las otras comunidades que practicaban el catolicismo, y generó que algunos jóvenes tuvieran que migrar en busca de empleo ya que en la región no lo encontraban y en estas condiciones de vulnerabilidad aprendieran el oficio y lo comenzaran a enseñar a otros varones de su comunidad. En este contexto aparece la Vieja Escuela con el uso de poderes de dominio sustentados en la violencia física hacia las mujeres que incluso llegaba hasta la muerte de algunas mujeres que intentaban dejarlos o denunciarlos. Después con la llegada de marcos legales, a partir de convenios internacionales sobre derechos de las mujeres y de manera importante la organización de mujeres en situación de prostitución con la aparición del SIDA , hace que denuncien a sus explotadores o los dejen. Esto provoca una actualización de los poderes de dominio y un cambio de la violencia física a psicológica. No es que desaparezcan los golpes y amenazas, sino que se realiza una adaptación y sofisticación de los mecanismos de control para evitar las denuncias o huidas de las mujeres. El proceso de proxenetización ha evolucionado de la Vieja a la Nueva Escuela, pero en la actualidad siguen conviviendo. El poder de dominio para explotar mujeres de la Vieja Escuela sigue privilegiando a la violencia física. Los proxenetas de la Nueva Escuela han sofisticado sus poderes de dominio y la han conceptualizado como “padroterapia” que son las estrategias de engaños que construyen para explotar sexualmente a las mujeres. Son mecanismos de dominación verbal y psicológica para engañarlas y continuar explotándolas. La “padroterapia” se caracteriza por: ponerle atención a lo que siente la mujer prostituida; escucharla para definir o construir una estrategia de dominación vinculada a los sentimientos; no utilizar violencia física sino estrategias psicológicas para engañar; construir historias con base en engaños, incluso ayudado por su red de proxenetas; escuchar los consejos de los ‘colegas’ para cambiar o actualizar los mecanismos de control.
La trata de personas con fines de explotación de la prostitución ajena dirigida y controlada por proxenetas tlaxcaltecas que tienen un modus operandi particular que utiliza fundamentalmente mecanismos afectivos para reclutar, someter y explotar a mujeres jóvenes de comunidades rurales e indígenas. Existe violencia física pero se privilegia mayoritariamente a los mecanismos de dominación verbal, psicológica y simbólica como respuesta a los cambios que los afectan: avances de los derechos de las mujeres, organización de las mujeres en situación de prostitución y mayores sanciones y persecución por parte de autoridades judiciales en México y USA. La estructura básica de la explotación sexual y el proceso de proxenetización se han adaptado a las lógicas de reproducción social, comunitaria y familiar que ha generado que en varios municipios de la zona sur del estado de Tlaxcala se caractericen por la producción de padrotes. Hay una producción de proxenetas que ha transformado la cultura para permitir que se convierta en una forma de vida y que sea transmitida de generación en generación como una manifestación del lado obscuro del México Profundo.
Con base en estos argumentos ahora analizaré y expondré la explotación sexual que viven las mujeres en situación de prostitución, explotación que va más allá de los padrotes. Me centraré en las mujeres en situación de prostitución que tuvieron padrote, rompieron con él y permanecen en los contextos de prostitución; así mismo en las mujeres que llegan a los contextos de prostitución sin un padrote.
La argumentación tiene como hilo conductor la perspectiva de género de Marcela Lagarde y el análisis teórico realizado por Oscar Montiel acerca del sistema proxeneta y la estructura básica de la explotación sexual.
Retomaré algunos fragmentos de entrevistas realizadas a mujeres en situación de prostitución que nos llevarán a comprender las condiciones de vulnerabilidad, la dominación masculina, las violencias al interior de los contextos de prostitución y el sacrificio y resignación que dan fundamento a los anhelos y aspiraciones de las mujeres, creando una espiral de subordinación que las mantiene en los contextos de prostitución.
¿Por qué la incursión y permanencia de las mujeres en los contextos de prostitución, en muchos casos, va más allá de los padrotes?
El sistema proxeneta como lo describe Montiel, está formado por una serie de actores como los “…dueños de cabarets, casas de citas, bares, hoteles; lenones o padrotes, la familia del padrote (en algunos casos); matronas, taxistas y una serie de autoridades que permiten que esto suceda tanto en los lugares de origen de los padrotes, las zonas en donde recluta a las mujeres y los sitios en donde éstas son explotadas; y fundamentalmente los clientes”. (Montiel, 2013)
Los padrotes no son los únicos actores del sistema proxeneta y no sólo recae en ellos la explotación de las mujeres, faltaría complementar a la definición de Montiel que también intervienen los comerciantes que venden a las mujeres productos de aseo personal, ropa, condones y maquillajes, quienes se benefician de las mujeres y en muchos casos también son actores clave para el control y la vigilancia; las clínicas o centros de salud en los que las mujeres se realizan estudios para la prevención y/o atención de enfermedades de transmisión sexual, dónde se les atiende en caso de violencia física y sexual, dónde dan a luz y se practican abortos, debido al maltrato que muchas de ellas viven en estos espacios, los costos de los servicios, la atención condicionada para fines políticos, la falta de preparación en materia de género, violencia y derechos humanos por parte de quienes les brindan los servicios y en algunos casos la colusión con autoridades y explotadores para que los casos de violencia contra las mujeres queden sin registro y no se denuncien; y por último el papel que desempeñan algunas organizaciones de la sociedad civil que atienden a las mujeres, ya que la postura que mantienen respecto al fenómeno de la explotación sexual está condicionada por los financiamientos para la realización de sus proyectos más que por las situación de las mujeres, lo que mantiene el orden del sistema proxeneta, lo sofistica y centra el debate del fenómeno lejos de la realidad que viven las mujeres.
¿Qué lleva a las mujeres a los contextos de explotación sexual?
Es necesario poner en escena a las condiciones de vulnerabilidad familiar, social, cultural, emocional, económica y educativa, que ligadas a la subordinación femenina construida por el orden patriarcal generan relaciones desiguales y sentimientos de frustración y resignación en las mujeres.
Azucena relata la carga que vivió desde su infancia por ser mujer:
“Me dieron una buena educación, pero sentí que mi mamá me hacía menos a mí, porque de todos mis hermanos, yo era la única mujer y sentía yo que mi mamá me hacía menos por ser mujer.
Por cualquier problema me pegaba mi mamá, si no se hacia el quehacer de la casa, me pegaba; si no se hacía lo que ella mandaba, me pegaba; o sea me pegaba, por cualquier cosa que no le pareciera, para todo me pegaba. Por eso precisamente me salí de mi casa, porque ya eran más grandes los problemas”.
La educación basada en las ideologías y mandatos de género, (Lagarde, 1997: 62), rompe con la autonomía de las mujeres, fomentando la co-dependencia, la baja autoestima y la necesidad de reconocimiento. En este testimonio podemos ver como la violencia y la falta de reconocimiento en el contexto familiar provocan que Azucena salga de su casa, lo que aumenta sus condiciones vulnerabilidad y facilita su ingreso a la prostitución debido a la falta de redes de apoyo y la normalización de la violencia de género que es llevada como una carga en la vida de las mujeres.
Respecto a las formas y los motivos para ingresar a la prostitución, Esmeralda de 38 años comenta:
Llegué por la situación económica; la mayor parte de mis compañeras, está aquí por eso, o porque te obligan pero en mi caso, es la situación económica.
Llegué sola a preguntar; llegué con tenis y bien tapada de la cara, a preguntarle a la que me parecía más amigable, “oye cómo funciona aquí la cosa, necesito trabajo, tengo una bebé”, le planteé mi situación a grandes rasgos, y me hice muy amiga de ella, le caí bien y me dijo “vente mañana, si no quieres trabajar muy destapada, vente con pantalón de mezclilla, unos zapatitos no muy bajitos y no muy altos para que vayas empezando y ya vemos, aquí hay mucho lugar”. Al otro día, no me quería levantar, no quería pensar que iba a estar parada ahí pero, pues tu necesidad es más grande; me vine y ahí estaba la chava ya me estaba esperando y le digo “sabes que tengo nervios”, me dice “Es normal, si llega a preguntarte alguien y te dice que va contigo al hotel, ya te concentras en eso, no quiero que después salgas llorando porque muchas así le hacen”. Le digo “no, llorar no, igual salgo y me vómito, pero llorar no, eso ya lo asimile bien”.
Como era cara nueva, cuerpo nuevo, porque te ven como mercancía, me empezaron a preguntar y trabaje mucho ese día. Al otro día no me podía ni parar, haces mucho ejercicio en todas partes del cuerpo, entonces amaneces adolorida, lastimada. Al otro día no quería ir, pero dije ya saque, ya voy a pagar mi renta, voy a comprar la leche, pañales, se me fue casi todo en la bebé, y dije: “si me está yendo bien , entonces si trabajo unos meses solvento y guardo para tener para cuando me salga y buscar otro trabajo y así tenga una reserva”, pero pues no paso así, sigo aquí.
Como podemos observar, ella no es forzada por un padrote “llegué sola” comenta, pero al preguntar “cómo funciona aquí la cosa?” se evidencia que el hecho de no tener padrote no significa que las mujeres estén libres de control y explotación, en el testimonio se muestra como otra mujer explica a Esmeralda como vestir y comportarse, se transmiten las lógicas de dominación masculina vinculadas a la explotación sexual femenina y en la interacción entre estas mujeres se vislumbra la transmisión de conocimientos vinculados a la supervivencia. Esmeralda es la “nueva” y hay que enseñarle, y aunque la “otra” mujer le de consejos con buena intención, estos contribuyen a reproducir el sistema proxeneta. Y sobre los motivos que llevan a Esmeralda a ingresar a la prostitución, ella comenta que es orillada por dificultades económicas y la necesidad de mantener a su hija, expresa la vergüenza que sintió provocada por el estigma social que conlleva estar en la prostitución, estigma que se convierte en un mancha; así como el asco que sentía “igual salgo y me vómito”, esto nos permite ver como la salud de las mujeres en situación de prostitución parte de un cuerpo con dolor, el estar lastimada se convierte en algo que se debe soportar, ella dice “cara nueva, cuerpo nuevo, porque te ven como mercancía”, es decir que el uso de cuerpo como objeto por los otros se convierte en el deber ser, se normaliza la violencia, viéndola y explicándola como un sacrificio para procurar, cuidar, alimentar y vestir a los otros (hijos, pareja, familia). Esmeralda pensó que la prostitución sería algo temporal, mientras ahorraba para conseguir otro empleo, ella comparte cómo va pasando el tiempo desde su ingreso a la prostitución:
La cara nueva no me duro mucho, como un mes, porque siempre pasan los mismos hombres, te empiezan a ver y vas pasando de moda. Después de los treinta días empezó a bajar ya de diez a ocho, seis o cinco, cuatro y por cien pesos, ciento ochenta con el hotel, se me quedaban a mí cien pesos.
La construcción de los cuerpos de las mujeres como mercancías lleva a marcarlos, a separar los cuerpos y caras nuevas de los cuerpos usados, de los cuerpos que “pasan de moda”, esto es provocado por la competencia que genera el sistema proxeneta entre las mujeres, separándolas entre las nuevas y las viejas, las que no tienen padrote y las que lo tienen, separación que no permite analizar el vínculo que mantienen el sistema proxeneta y la violencia estructural del sistema patriarcal, provocando enemistad entre las mujeres y reproduciendo las condiciones y escenarios para la explotación, haciendo que las mujeres, como Esmeralda expliquen que el pasar de moda no les permite ahorrar lo suficiente para poder salir del contexto de prostitución.
La enemistad femenina es clave para la reproducción del propio sistema proxeneta, esta enemistad no solo se da en los contextos de prostitución sino que el sistema patriarcal lleva a reproducirla en todos los ámbitos de la vida, como el contexto familiar de las mujeres, en el siguiente testimonio, que corresponde a Vicky, mujer Salvadoreña de 48 años, ella nos narra como a su salida de El Salvador a los 15 años de edad es orillada a entrar al mundo de la prostitución y se ejemplifica nuevamente la enemistad femenina:
Me salgo del Salvador, me vengo a Guatemala, a la Capital, llego con mi tía y ella me dice “bueno hija yo no te puedo ayudar de otra manera, más que poniéndote una minifalda y unas zapatillas y te pones a trabajar”. Así empiezo en esta vida, no me gustaba pero, pero había dinero para mi familia.
La infancia de Vicky está marcada por abusos y situaciones trágicas que van construyendo la vulnerabilidad, en el momento en que la tía le propone (impone) su ingreso al mundo de la prostitución ella no tiene elementos que le permitan buscar otras posibilidades y no entrar a los contextos de explotación sexual. La tía de Vicky es solamente un instrumento del sistema proxeneta, reproduce con su sobrina la violencia estructural que ella ha vivido y se convierte en agente de la explotación sexual, y aunque pareciera la responsable orillar a Vicky a la prostitución fueron las condiciones de vulnerabilidad configuradas anteriormente las que hacen que Vicky ingrese. El cambio de país y de vida está justificado por el bienestar familiar; es la construcción de la mujer como un ser de y para otros, que refleja la combinación del sacrificio y la resignación femenina como condición necesaria para su ingreso a la prostitución.
En el caso de Carolina de 62 años, ella explica como la violencia física y económica que vivió con su esposo, sumada a la discriminación social por ser mujer la llevan a ingresar a la prostitución:
El me golpeaba mucho, me cansé de que no me daba gasto y me quise meter a una fonda a trabajar de lavaplatos, pero me mandaron a volar; me dijeron que “¿Cuántos hijos tenía?” y que mejor los fuera a cuidar. Y como quería trabajar, quise vender y no vendí nada, quise vender palomitas y no la hice. Total, empecé a caer en brazos de personas y se acabó, y ahora si ya, caí sola aquí, nadie me indujo, yo caí sola a la edad de 19 años.
La vulnerabilidad económica, educativa y afectiva que vivió Carolina, así como la falta de redes de apoyo, la llevan a responsabilizarse de la falta de oportunidades y de la discriminación que vivió, esto provoca que su autoestima se dañe. Carolina dice que en este contexto se pierde la dignidad, la vergüenza y el miedo, comenta que las mujeres quedan como frutas sin jugo después de tanto exprimirlas, al preguntarle porque pasa eso, ella responde que por costumbre. Vemos como la naturalización de la violencia trastoca a las mujeres y las hace ver su ingreso a los contextos de prostitución y su transitar por estos como algo inevitable y sobre todo algo que no se cuestiona.
Llama la atención la metáfora de la fruta que se exprime, de la fruta seca, la que no sirve más, pensar y describir el cuerpo de una mujer como algo que se exprime hasta que se agota nos deja ver la violencia que acaba con la vida de las mujeres, la violencia feminicida, la cual es entendida dentro del orden patriarcal, que Marcela Lagarde define como:
Un orden de propiedad social y privada de las mujeres a través de la apropiación, posesión, usufructo y desecho de sus cuerpos vividos, su subjetividad y sus recursos, bienes y obras. Las normas regulan el control de su sexualidad, sus capacidades reproductivas, su erotismo, su maternidad, su capacidad amatoria, su trabajo, incluso su salud. Los controles permiten que otros se apropien de la atención y de las capacidades de las mujeres, y aseguran que las mujeres sientan que no tienen control sobre sus cuerpos y sus vidas, plenamente enajenados. (Lagarde, 1997: 61)
El orden patriarcal nos permite entender como la dominación masculina y el proxenetismo se unen para construir la demanda de mujeres para la satisfacción de deseos y las mal llamadas necesidades sexuales de los varones. Esto está justificado en el mito de la insaciabilidad sexual masculina que sostiene la idea de que si no existiera la prostitución habría más violaciones, lo que reproduce el discurso que define a la prostitución como un mal necesario. La forma en que las mujeres viven estas condiciones explica por qué el sistema proxeneta puede someterlas y explotarlas de forma forzada o con el mito de la “voluntad” y la “libertad”, Esmeralda comenta: “la mayoría trabaja por sus hijos, y la otra parte trabaja porque las obligan”.
En el caso de Vicky, después de su llegada a México ella continúa en la prostitución para traer a su familia de El Salvador. El sistema proxeneta opera en las aspiraciones y deseos de las mujeres, aspiraciones que no son de ellas sino para el bienestar de otros y de otras. El orden social de género en conjunto con el sistema proxeneta, hacen que las mujeres se resignen y que vean que sus sacrificios, explotación y violencia “valen la pena”, aun cuando ellas sienten vergüenza, hacen este sacrificio por los otros aunque implique que ellas no se sientan bien, Azucena comenta: “Yo siento que soy mala porque ando aquí, en la prostitución, y soy mala porque no me valoro y no valoro a mis hijos, los veo y digo ay no, no”.
La dominación central de la vida y cuerpo de las mujeres se funda en el orden social de género que crea mujeres de y para otros, mujeres al servicio de los otros, Lagarde argumenta que “el cuerpo y la sexualidad de las mujeres dan para conseguir marido, amante o cliente; hombres que bajo normas y discursos diferentes se relacionan con las mujeres como seres-objeto”.(Lagarde, 2001:602)
Este control se logra gracias a los poderes de dominio, (véase Lagarde, 1997:69), que circulan a través de las subjetividades de las mujeres y se interiorizan en sus cuerpos, discursos y acciones lo que garantiza el éxito del sistema proxeneta al ser ellas reproductoras del mismo, y la perversión del sistema radica en ponerlas como el chivo expiatorio, son las visibles, sobre ella recae el estigma y la sanción social, esto se refuerza con la división entre las buenas mujeres “madresposas” y las mujeres de desecho, las usadas, las mujeres objeto, propiciando la deshumanización de las mujeres que están en situación de prostitución y convirtiendo a la discriminación en una más de las violencias normalizadas que sufren las mujeres en estos contextos, Esmeralda lo describe así:
Lo más difícil es que te vea la gente, toda, hombres, mujeres, señoras, jovencitas, niños, bebes… es difícil. Es algo con lo que no podría lidiar el resto de mi vida, es muy difícil. Es la expresión, cómo te miran y cuándo van cuchicheando, hay personas que te saludan, que te hablan con educación, que te preguntan las calles, “hola señorita…”, y te sientes bien cuando te dicen eso, no tanto por lo de señorita, sino porque se acercan a ti de una manera no morbosa, no con otro afán, pero, yo con eso si no puedo lidiar, con las personas en general, es difícil.
La estigmatización que sufren tiene fuertes repercusiones en su autoestima e identidad y es uno de los elementos que fortalecen al sistema proxeneta, ya que provoca en las mujeres la soledad, la mayoría ha perdido sus redes sociales y esta discriminación se convierte en un reforzador del aislamiento social, acrecentando su desconfianza y temor, lo que afecta también la posibilidad de generar políticas públicas porque son vistas por la sociedad en general como “malas mujeres”. Para Azucena lo más difícil de soportar es el rechazo:
Lo más difícil de estar aquí es que la gente te rechace, que te diga que eres esto o que eres lo otro, que te barran, desde los pies hasta la cabeza. Pero lo más difícil es que ya no lo puedes dejar, ya no te puedes salir, te envicias con el dinero, dices “pues si aquí tengo dinero, si no tengo hoy tengo mañana, y pus si no tengo mañana tengo pasado”
En las palabras de Azucena es fácil identificar como el rechazo se transforma en sacrificio, en una apuesta por el mañana que es vivida en soledad y con dolor, la prostitución es algo que se quiere dejar pero la interiorización de los mecanismos de poder y sujeción no permiten generar a las mujeres los medios para que ellas puedan salir de esta, haciéndolas cargar el estigma del dinero sucio y sentirse responsables de esto, cuando Azucena menciona que se envicia con el dinero estamos viendo la eficacia del sistema proxeneta, que las coloca a ellas como la punta del iceberg, las responsables, lo que provoca que se traslade la explotación al ámbito de la moral.
Otro mecanismo que permite subordinar y dirigir la vida de las mujeres es la violencia que viven en los contextos de prostitución, violencia que permite que cada mujer sea habitada por los otros y desplazada de sí misma, violencia que aniquila a las mujeres, violencia feminicida.
Los clientes son el peligro más cotidiano al que se enfrentan las mujeres, Esmeralda comparte:
He sabido de compañeras muy cercanas que las han agredido, tomados y estando en sus cinco sentidos. Incluso fuera del hotel, verbalmente; adentro pues, a golpes o no les han querido pagar y les pegan, o las violan. Es violación, si tú de plano no quieres.
Esta repetición en la que Esmeralda afirma lo que es una violación nos muestra como la violencia sexual que viven las mujeres en situación de prostitución se ha normalizado y las enfrenta a un sistema de procuración de justicia que las mira como mujeres objeto. La mayoría de ellas no conocen sus derechos y lo que saben de ellos es que no les sirven para mucho, de antemano saben que si algo les sucede no pueden contar con las autoridades. Ellas han ido desarrollando estrategias para “soportar” y explicar la violencia:
Yo trato, si le veo cara de malo al cliente, en ese momento de suavizar o de entrar un poquito a su cabeza, de hacerle plática, los hombres son muy sexuales, traen, yo siento que en la cabeza, traen el sexo puesto en la cabeza. Nosotras traemos el corazón en la cabeza, entonces, es distraerlos un poquito, ya adentro ya tu veras de acuerdo a como él se vaya comportando tú te vas comportando.
Esta descripción de como leer a los clientes y tratar de manejar una situación que en cualquier momento se puede tornar violenta nos deja ver que existe miedo en las mujeres, que ellas saben que entran al cuarto de hotel pero no saben si van a salir, esto es la violencia feminicida. Otro elemento importante en la descripción de Esmeralda es la reafirmación del mito de la insaciabilidad sexual masculina que termina justificando la violencia que vive.
De la misma forma en que se responsabiliza a las mujeres de la violencia que viven, la dominación masculina opera a través del principio de enemistad femenina, lo que provoca que no se cuestione a los padrotes, dejando toda la responsabilidad en las mujeres, Carolina comparte lo que piensa de los padrotes en relación con las mujeres:
Pues yo pienso que muchas de las veces, nosotras las mujeres tenemos la culpa por admitir todo eso; esas hasta están contentas, ¿porqué?, porque las engañan fácil, las enredan bonito, “te quiero mucho, eres mi reina, eres esto, eres lo otro”, y lo que están viendo es el dinero, no están viendo a la persona, pero nosotras como mujeres tenemos la culpa por admitirlos. No existiría esa gente si nosotras no los admitiéramos, solamente que las amenacen, que las consigan en los pueblos y aquí las traen como novias, como esposas y luego ya vienen y las meten y así han surgido muchas, aquí hay muchas.
Ella construye un sentido práctico que le permite hacer frente a las intenciones de los padrotes y nos presenta claramente la vulnerabilidad emocional, las carencias afectivas que operan en las mujeres que llegan a los contextos de prostitución, la figura de quien domina, sea el sistema proxeneta o uno de sus actores, los padrotes, queda sin responsabilidad debido a la dependencia que generan las relaciones de dominación, se crea una necesidad de quien domina debido al proceso de desvalorización que atraviesan las mujeres, Azucena comparte lo que siente respecto a su relación con los hombres, quienes han vivido de ella, aun cuando ella no los considera padrotes, sino sus parejas afectivas “No me valoro porque siento que ya no valgo nada. Siento que las parejas que he tenido siempre han jugado conmigo, que me han engañado y hasta me han pasado sus, quesque amigas, enfrente de mí”.
Esta interiorización de los poderes de dominio ligada a las condiciones de vulnerabilidad y las violencias de género explica la permanencia y llegada de las mujeres a los contextos de prostitución sin un padrote, también sirve para entender que la explotación sexual la sufren las mujeres aun cuando no tienen padrote.
Cargar con la responsabilidad de las carencias y de la vulnerabilidad mantienen a las mujeres en la espiral de subordinación, las hacen continuar con el sacrificio por los otros como algo que les tocó vivir, “es mi cruz”, comentan ellas, es la resignación en donde vemos la eficacia del orden patriarcal, es dónde el sistema proxeneta opera, es dónde el estigma social sanciona y dice: “están ahí porque les gusta”, es dónde un fenómeno histórico-socio-cultural como la prostitución es manipulado a través de la creación y perpetuación de mitos que convierten a las mujeres en el chivo expiatorio de la explotación y violencia que viven, es en dónde la simulación de la acción re victimiza y mantiene el orden que controla a las mujeres dividiéndolas y expropiándoles la identidad, la vida y la subjetividad, es en dónde se reproducen las estructuras de poder.
Bibliografía
- Lagarde, Marcela, 1992 Identidad de género, Cenzontle, Managua.______________,1997, Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia. Cuadernos Inacabados No. 25. Horas y HORAS la Editorial. España. 244 p.
- ______________, 2001 [1990], Cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, unam. México.
- Montiel, Oscar, 2009, Trata de personas, padrotes, iniciación y modus operandi. Tesis de Maestría.
- ______________, 2013, El lado obscuro del México profundo: La estructura básica de la explotación sexual y las lógicas de reproducción social comunitaria como parte del proceso de proxenetización en una región rural. Tesis Doctoral.
Asuntos relacionados
